El desafío de la mujer

AMANDA CALISAYA

En estos tiempos podemos comprobar como la problemática de la mujer oscila entre la dificultad de tener un reconocimiento de la diferencia de género y alcanzar una igualdad real con los varones. Todavía es notorio en la vida cotidiana la desatención a las necesidades y demandas elementales de la mujer, las políticas públicas son insuficientes porque observamos si bien hay leyes que la favorecen, pero no se cumple ni en los niveles regionales, municipales, departamentales y nacionales.La generación del siglo XX fue una de las más contestatarias que sentó precedentes irreversibles en el camino de la emancipación de la mujer, fue tan radical en su lucha por arrancar al Estado y la sociedad los derechos y privilegios que le eran negados, muchas veces terminaron por desear lo que los hombres podían hacer. Al pasar los años fue comprendiendo que el hombre no era el enemigo ni tampoco el modelo a seguir, que era necesario reeducar a ambos sexos para alcanzar una convivencia social, que todavía en nuestros tiempos sigue siendo una utopía. Esto a hecho posible darle sentido a la perspectiva de género, es decir entender la diferencia como un asunto ético cultural y no biológico. En el ultimo tiempo los cambios en el papel de la mujer se han caracterizado por la politización cada vez mas generalizada de la sociedad civil y por la incorporación de las mujeres a la fuerza del trabajo asalariado este fenómeno no necesariamente ha redundado en mejores condiciones, ya que la feminización de la producción ha forzado a más mujeres a buscar una actividad remunerada para contribuir en el ingreso económico del hogar. Esto, a su vez, ha tenido como resultado cambios en las pautas matrimoniales, en la declinación de la fecundidad, ya que las diferentes empresas no aceptan mujeres en estado de gestación o en edad fértil.El verdadero desafío de la mujer esta en conquistar el derecho a decidir sobre su cuerpo, a tener un trabajo justo y equitativo, a que se le reconozca la doble y triple jornada que ya sea naturalizado como invisible, el derecho a vivir una vida libre sin violencia, solo así podemos hablar de una igualdad real, verdadera y democracia plena.