Verdugos y víctimas… ¿ a quién defiende la jerarquía de la Iglesia?

No hay cómo revertir el escándalo desatado en la Iglesia Católica por las denuncias de presuntos delitos sexuales en contra de varios sacerdotes, es muy claro que en Tarija se ha hecho mucho más evidente este tipo de situaciones, ya que en el caso de el padre Milton Murillo, ahora tras las rejas bajo detención preventiva en el penal de Morros Blancos, la huida del padre Garvín Grench por Bermejo hacia la Argentina y con rumbo desconocido, como anticipando la posibilidad de también perder su libertad y la duda que existe todavía sobre lo que pasará con el padre Coco, que oficia misa en la población de El Puente, con el apoyo del propio obispado de la diócesis de Tarija. Si bien en la conferencia de prensa brindada por Monseñor Saldías este viernes al mediodía, se ha dejado muy en claro que lo que se pretende es permitir que la justicia se aplique y defina la suerte de quiénes están involucrados en estos bullados escándalos, eso no es suficiente. Nos parece un acierto asumir esa posición, por lo menos en esta coyuntura, pero lo que no puede quedar fuera de foco es el hecho de que la Iglesia, no ha sabido ni sabe tomar decisiones adecuadas cuando se presentan denuncias en contra de alguno de sus miembros, concretamente sacerdotes, no debe quedar ni la menor duda de que si se hubiera procedido de una manera determinante cuando ya se conocieron las denuncias en contra de los padres Murillo, Garvin y Coco, hoy no se vería inmiscuida en semejante laberinto, en medio de este torbellino que afecta seriamente su credibilidad, su imagen ante sus propios fieles, que se sienten defraudados, no tanto por el hecho de que haya depravados vestidos con una sotana, sino porque los niveles jerárquicos de la Iglesia no le pusieron freno a estas situaciones y no castigaron a los que desde un templo, violentaron principios sagrados y la buena fe de los que se acercaron buscando consuelo y consejo en momentos muy difíciles, guia y orientación para superar momentos complejos.

En síntesis, no haber sabido tomar decisiones oportunas, inteligentes, concluyentes, sobre las actuaciones de curas o sacerdotes que se han puesto bajo la lupa del ojo público por sus acciones, no solamente reñidas con los preceptos de la propia Iglesia, sino también de la ley, es que hoy en día la debacle y el daño carcomen sus cimientos. El debate pasa por si se apoya a los verdugos o las víctimas, irónica, contradictoria y terrible disyuntiva.