Quién cambia primero

EDITORIAL

EnEl mensaje de cambio es muy fuerte en determinados momentos de la historia, el pueblo lo exige como parte de sus derechos y hay quienes toman este clamor y lo capitalizan a su favor. Interpretan el sentimiento popular y lo transforman en lo que quiere la gente. Llega una etapa en la que el cambio se impone por presión de la población pegado a la renovación, quienes la enamoraron en el pasado ya perdieron ese don, se piden nuevas caras, nuevos rostros, nuevas formas de manejar nuestras instituciones…sin embargo, llegado el momento parece como que ese mismo pueblo apuesta por lo de siempre, por los mismos y su sed de cambio se ahoga en el continuismo.

Si no se asume que cada persona tiene que convertirse en protagonista directa de ese cambio si es que lo reclama, el no llegará por sí solo, no aparece de la noche a la mañana sin que nadie lo impulse, es absolutamente necesario que quienes lo plantean no sólo hagan eso sino que se conviertan en los verdaderos motores de esa transformación.

La experiencia ha demostrado que por más buena voluntad que exista con el tiempo nos aferramos a las prácticas de siempre, las consideramos las adecuadas si es que dieron buenos resultados y comenzamos a mirar con luz corta el futuro y los desafíos que nos propone. Todos nos mostramos favorables al cambio, el solo plantearlo acarrea muestras de apoyo casi incondicional pero el panorama varia cuando nos damos cuenta que nos toca, nos afecta, nos obliga a romper nuestra rutina y lo que estamos acostumbrados a hacer y sobretodo la forma en que lo hacemos, es entonces que el cambio no había sido tan bueno porque nos saca de nuestra zona de confort y no nos gusta. Recién notamos que no había sido sólo una palabra, que implica mucho más, que como sus abanderados somos los primeros en sentir sus consecuencias y medir hasta que punto lo seguimos defendiendo. Es entonces que se puede identificar a los renovadores de discurso y a los renovadores en la práctica.

Cuando hablamos de traer el cambio a una sociedad es muy necesario que esta sepa de inicio que lo que exige no es tan simple, que le significará sacrificios, acciones, pasos concretos, esfuerzos que sostengan a quien ha elegido para ejecutarlo y comprender que es un proceso con varias etapas en las que de por sí esta incluida como impulsora, responsabilidad que no puede negar ni a la que puede rehuir. Todos los actores de esa sociedad tendrán que ejercer el rol que les corresponde y contribuir activamente, ser conscientes que es preciso ceder en algunos aspectos para que el acoplamiento entre si sea posible y genere como suma final la transformación buscada. Sin ese compromiso y entrega de quienes lo piden podemos ser artífices de una metamorfosis monstruosa que devore nuestros sueños.