
Las boca de tormenta están prácticamente en cada esquina, es posible no verlas pero es imposible no sentirlas, de ellas emanan olores nauseabundos que no pasan desapercibidos, si bien de vez en cuando se realiza su mantenimiento, normalmente están sucias y mal olientes. Las boca de tormenta se han convertido en una fea característica de la ciudad de Tarija, urbe que generalmente es identificada por su limpieza, en este caso no sucede así y no es un fenómeno de unos cuantos años atrás, el problema ya toma visos preocupantes porque no sólo nos molesta a quienes vivimos aquí, llama la atención de nuestros visitantes, de quienes incluyen a Tarija en su agenda y la pintan en su mapa de viaje.
Pecamos de negligentes, la falta de mantenimiento la mayor parte del año es evidente, o tal vez descuido, no importismo, en fin, lo cierto es que están sucias y hediondas, las del centro de la ciudad son las que más se dejan sentir, seguramente por la densidad demográfica de la zona y la antigüedad de los sistemas de alcantarillado o desagüe, nuestro coqueto casco viejo contrasta con su mal olor. No sólo se trata de ese detalle sino también de toda la basura que contienen las boca de tormenta, que dan un muy mal aspecto pero también representan un riesgo para la ciudadanía. Quienes nos cuidan de nuestros malos hábitos de echar basura por todo lado, nada pueden hacer, los desechos se acumulan en la época seca y ahí se quedan hasta que cae la primera lluvia intensa, no son suficientes para el caudal de agua, lo que provoca el rebalse y la inundación de calles y veredas. Nosotros mismos somos culpables de que suceda lo mencionado, no se le puede echar la culpa al municipio, nosotros somos los que con nuestros mal
comportamiento contribuimos, el botar basura en la calle, el usar las bocas de tormenta como basureros a cielo abierto, provocan que se saturen y no cumplan con su función de desagote. Es tiempo de cambiar para mejorar, es tiempo de ser pro activos en beneficio del lugar en el que vivimos. Las tareas de limpieza deben ser constantes, más aún de lo que se hace ahora.