La primera canción de cuna de la historia

a imagen de una madre acurrucando a su hijo entre sus brazos hasta que el pequeño se duerma es uno de los instantes repetidos por todas las culturas del mundo a lo largo de la historia de la humanidad. Para calmar a los bebés siempre ha resultado efectivo cantarles, por lo que las canciones de cuna pueden considerarse uno de los primeros géneros musicales que hayan existido. Tan antigua y extendida es esta costumbre que bien se podría escribir una historia de la humanidad a través de sus nanas. habría que empezar por la primera, por tanto: ¿cuál es la canción de cuna más antigua que conocemos?

Lo común es que este tipo de canciones se hayan transmitido de manera oral, sin embargo, una práctica tan replicada difícilmente pasaría por la historia sin dejar algún rastro. Y, efectivamente, desde la etapa inicial de la escritura conocemos canciones de cunas. La primera nana está escrita en cuneiforme sobre una tablilla de arcilla y fue entonada por los sumerios. Ahora bien, por más que todas las culturas hayan catado a los infantes, no siempre logramos captar el significado de las letras, pues suelen tratar temas tan cotidianos como íntimos, relacionados con los miedos y pasiones reflejadas de adultos a niños. En palabras de Pedro César Cerrillo Torremocha, de la Universidad de Castilla la Mancha:

La nana o canción de cuna es un tipo de canción popular que se ha transmitido oralmente de generación en generación, en la que se pueden encontrar muchas de las primeras palabras que se le dicen al niño pequeño. Se admite comúnmente que la nana es una canción breve con la que se arrulla a los niños, que tiene como finalidad esencial que el destinatario de la misma concilie el sueño; su interpretación se produce, en la mayoría de las ocasiones, cuando el niño no se quiere dormir o cuando tiene dificultades para conciliar el sueño. La unión de voz, canto y movimiento de arrullo o balanceo proporcionan a la nana su singularidad más significativa […] No obstante, conviene diferenciar entre la nana que se canta al niño recién nacido y la que se canta al niño que ya anda y que empieza a hablar: con la primera se entretiene al infante con el esbozo melódico de la canción, dicha entre dientes y dándole más importancia al ritmo físico del balanceo que a la propia letra de la nana; con la segunda, cuyo destinatario es un niño un poco mayor que el anterior, lo que dice la nana tiene más importancia, pues el chico ya puede conocer el significado de muchas palabras y puede, por tanto, entender la exhortación o, incluso, la amenaza que, en ocasiones, se le transmite con el canto de la nana”.

El historiador Samuel Noah Kramer nos descubre en su famosa obra sobre la cultura sumeria la primera nana conocida. Se trata de una composición singular, la única conocida de este estilo en el Próximo Oriente antiguo. Parece que la madre se muestra preocupada por la salud de su hijo, pero “el contenido de esta composición, cuya traducción e interpretación resultan difíciles y, hasta un punto bastante considerable, inciertos”, dice así en aquellas partes que se pueden leer:

U-a a-u-a

En mi ururu, ojalá que crezca alto,

en mi ururu, ojalá que crezca grande,

como el árbol-irina, ojalá que crezca fuerte de raíces,

como la planta-shakir, ojalá que crezca ancho de copa.

El Señor (quizás el Sueño)…,

entre sus florecientes manzanos, junto al río engalanado,

(¿el Sueño?) extenderá sobre el que está acostado,

el sueño, hijo mío, está a punto de apoderarse de ti.

Ven Sueño, ven Sueño,

ven adonde está mi hijo,

apresúrate Sueño adonde está mi hijo,

por a dormir sus inquietos ojos,

y en cuanto a sus balbuceos,

no permitas que sus balbuceos estorben que acuda el sueño.

Él (el Sueño) llenará tu regazo de escanda,

yo, yo endulzaré para ti los queistos,

esos quesitos que son la curación del hombre,

la curación del hombre, oh, hijo del señor,

¡oh, hijo del señor Shulgi!

Mi huerto es lechuga bien regada,

es lechuga gakkul bien cultivada,

que el señor coma esa lechuga.

En mi ururu, le daré una esposa,

le daré una esposa, le daré un hijo,

la niñera, alegre de corazón, conversará con él,

la niñera, alegre de corazón, lo amamantará.

Yo, yo elegiré una esposa para mi hijo,

ella le dará un hijo muy dulce,

su esposa descansará sobre su ardiente regazo,

su hijo descansará en sus tendidos brazos,

su esposa será feliz con él

su hijo será feliz con él,

su joven esposa se regocijará en su regazo,

su hijo crecerá grande en su dulce rodilla.

Tienes dolor,

eso me preocupa,

me quedo sin habla, contemplo las estrellas,

la luna nueva brilla en mi rostro:

dispondrán tus huesos sobre el muro,

el “hombre del muro” derramará lágrimas por ti,

el cortejo fúnebre tañerá la lira por ti,

el geco se hará un tajo en la mejilla por ti,

la mosca se arrancará las barbas por ti,

la lagartija se morderá la lengua por ti.

Quien provoca la aflicción, la provocará en torno a ti,

quien propaga la aflicción, la propagará en torno a ti.

Que tu esposa sea tu apoyo,

que tu hijo sea tu suerte,

que la cebada aventada sea tu novia,

que Ashnan, la diosa-kusu, sea tu aliada,

que goces de un elocuente ángel custodio,

que alcances un reino de días felices,

que las fiestas iluminen tu frente.

Referencias:

  • Cerrillo Torremocha, P. C. 2007. Amor y miedo en las nanas de tradición hispánica. Revista de Literaturas Populares VII, 2, 318-339. UNAM. ISSN: 1665-6431.
  • Kramer, S. 2022. La historia empieza en Sumer. Alianza.