Sucede que ya se está haciendo costumbre que en festejos o situaciones similares que se realizan en las calles o lugares abiertos o habilitados para tal efecto, la ingesta de alcohol no tiene límites, al punto de registrarse actos bochornosos a plena luz del día y peor con la ayuda de la noche. Tenemos muchos ejemplos de lo que pasa los jueves de compadres, de comadres o en la vendimia en el valle de la Concepción y también en lugares como el parque temático, simplemente revela la peor cara de un flagelo que afecta a Tarija, sobretodo a su juventud y no lo queremos reconocer ni asumir.
Se está volviendo moneda común que se desencadenen sendas borracheras y escandalosas actuaciones de propios y extraños, al punto de darse escenas sexuales sin el menor pudor, peleas salvajes, riñas absurdas y vergonzosas que hasta a quienes somos locales, nos dejan estupefactos. Está demostrado que no hay autocontrol, que los límites en el consumo de alcohol no existen y en el riesgo potencial que esto significa. Sin embargo, para controlar los excesos humanos, se han creado instituciones y normas que si no son respetadas, deben hacerse cumplir coercitivamente… si los ciudadanos no demuestran esa capacidad de auto regularse, precautelando el bien común, esas leyes deben aplicarse eficazmente y para eso tenemos un municipio que no sólo debería encargarse de organizar eventos como muchas veces lo ha hecho u otorgar permisos para que estos se realicen, sino también de super vigilar que de principio a fin, todo se desarrolle con normalidad, para eso cuenta con su propia guardia y si es preciso puede recurrir a la ayuda de la policía nacional. No es cuestión de simplemente hacer o dejar hacer y olvidarse de lo que pueda ocurrir, por eso tenemos que presenciar escenas terribles y hasta accidentes lamentables por la falta de control, primero de los ciudadanos y luego de instituciones y autoridades.