
Desde que la resolución 181 (II) de la Asamblea General de las Naciones decidió -en 1947- la partición del territorio de Palestina, sometida al mandato de la administración británica, en dos territorios independientes, uno judío y otro árabe, ha habido un constante enfrentamiento entre ambos pueblos, que se ha agudizado en las últimas semanas.
Existe cierta confusión terminológica para referirse a unos y otros, y a veces se emplean como sinónimos semitismo, judaísmo y sionismo, cuando en realidad no lo son.
Los judíos y la diáspora
De entrada, el nombre de Israel aparece recogido por vez primera en una estela de un faraón egipcio del siglo XIII a. de C. Su origen parece estar relación con un asentamiento pacífico de las tribus de pastores nómadas de la estepa, en la época de transición del Bronce, en torno al 1600-1550 a. de C.
El término israelita se refiere a los habitantes del antiguo reino de Israel, los cuales eran descendientes de Jacob, el hijo de Isaac, y al que Jehová decidió cambiar su nombre por el de Israel.
Los orígenes del problema palestino-israelí
En estos momentos “israelita” es un término que está en desuso y se prefiere utilizar el gentilicio “israelí” para referirnos a las personas nacidas en el moderno Estado de Israel, en independencia de su religión.
En cuanto al término “judío”, la definición más antigua hace referencia a los creyentes de la religión del judaísmo, independientemente de si nacieron dentro o fuera de Israel. Con el paso del tiempo el vocablo cobró un sentido más “étnico” y pasó a hacer referencia a cualquier persona que descienda de antepasados judíos, en especial aquellos que tienen una madre judía.
Hacia el año 720 a. de C., el rey asirio Salmanasar V y su hijo Sargón II sometieron a Israel (el reino del norte) y lo convirtieron en una provincia asiria. Fue entonces cuando un elevado número de judíos fueron deportados y sustituidos por colonos de otras provincias asirias. A este movimiento de exilio forzoso se le conoce con el nombre de diáspora.
La segunda diáspora afectó al reino de Judá (el reino del sur) tras la invasión del rey Nabucodonosor II, el cual destruyó el primer templo de Jerusalén y ordenó el exilio de los judíos, los cuales establecieron una primera comunidad importante en Babilona, en la actual Irak.
La tercera gran diáspora llegó en el año 70 de nuestra Era, cuando los romanos demolieron el segundo templo y miles de judíos fueron exiliados, asesinados o vendidos como esclavos.
Con el paso del tiempo los judíos que vivían en el centro y este de Europa se denominaron askenazis, mientras aquellos que vivían en la península Ibérica y el norte de África fueron conocidos como sefardíes. Pero, además, de esas comunidades hay judíos yemeníes, indios y etíopes, cada uno con sus propias idiosincrasias.
Semitas y hebreos
El vocablo semita hace referencia a la familia de las lenguas semíticas, entre las cuales encontramos el idioma hebreo, el árabe, el amhárico (lengua etíope) y el malteño. En la Biblia se conoce como semitas a los descendientes de Sem, el primogénito de Noé.
En cuanto al término “hebreo”, se usa para designar al pueblo semita que se originó en la ciudad de Ur, en la antigua Mesopotamia, siendo Abraham el primer hebreo de la historia. Este pueblo era nómada, vivía en tiendas, tenía rebaños de cabras y ovejas, y usaba camellos y mulas como portadores. Literalmente hebreo significa “el que viene de la otra orilla”, puesto que este pueblo cruzó el río Éufrates para ir a la tierra de los cananeos.
Sionismo y antisemitismo
El término sionismo deriva de Sión, que es el nombre de una colina de la ciudad de Jerusalén. El sinoismo, como movimiento, surgió a finales del siglo XIX en Europa y su objetivo era establecer un Estado nacional judío en los territorios palestinos. Este movimiento surge a partir de las ideas del activista y periodista Theodor Herlz (1860-1904).
En 1897 se celebró en Basilea el Primer Congreso Mundial Judío donde se estableció el desafío de crear un hogar nacional judío en Palestina, auspiciado por el derecho público internacional. Con ello se pretendía unir a todos los judíos del mundo en un estado propio y terminar con la diáspora.
HISTORIA
¿Y si Einstein hubiera aceptado ser presidente de Israel?
José Pardina
Por último, el antisemitismo es el odio hacia los judíos en alguna de sus tres vertientes: religiosa, política y racista. La forma religiosa consiste en la discriminación por su fe y tradiciones; la forma política se opone a otorgar a los judíos la igualdad en derechos civiles y, por último, el antisemitismo racista es el odio a la existencia misma del judío. El término antisemitismo no es un invento del nacional socialismo alemán, es anterior, se utilizó por vez primera en la década de 1870.
Referencias:
- Cavero, JP. Breve historia de los judíos. Nowtilus, 2011.
- Sznaider, N. La memoria judía y el orden cosmopolita, Buenos Aires: Capital Intelectual, 2012.