jueves, abril 25, 2024
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Cómo saber si un lunar de tu cuerpo es peligroso

Seguro que tienes un montón de lunares en tu cuerpo, pero ¿te has planteado alguna vez si estos lunares son normales o no? ¿O por qué algunas personas tienen un mayor número de lunares que cambian de tamaño y color? Si es así, ¡estás en el lugar adecuado! Este artículo te ayudará a comprender la causa principal de los lunares anormales.

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El melanoma es el tipo de cáncer que se desarrolla en determinadas células de la piel llamadas «melanocitos», que son las encargadas de producir melanina, el pigmento que da color a la piel. El melanoma es el tipo más común y grave de cáncer de piel, que puede ser mortal si no se diagnostica y trata a tiempo, y puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo.

El melanoma y su gravedad

Como ya hemos comentado, el melanoma se produce cuando las células productoras de pigmento, los melanocitos, que comienzan a dividirse repetidamente de forma incontrolada.

El desarrollo del melanoma tiene 5 estadíos.

El primero es el estadío 0, el melanoma in situ, en el que el cáncer afecta únicamente a la capa más externa de la piel (la epidermis). En este estadio, es muy poco probable la diseminación a otras partes del cuerpo.

En el estadío I el melanoma continúa encontrándose únicamente en la superficie de la piel, pero puede observarse un ligero cambio de grosor de hasta 2mm. Este estadío puede dividirse en dos subgrupos, IA o IB, dependiendo del grosor del melanoma, y de si presenta o no ulceración.

Hablamos de estadío II cuando el cáncer es comparativamente más grueso, extendiéndose hasta 4mm. Afecta tanto a la dermis como a la epidermis, pero continua sin afectar a otras estructuras que no sean la piel. Este estadío vuelve a dividirse en función del grosor y de si presenta o no ulceración, pero esta vez se subdivide en tres grupos, IIA, IIB y IIC.

El problema real comienza a partir del estadío III. En este estadío, el melanoma se ha diseminado a nivel local, a los ganglios linfáticos cercanos, o a un sitio en la piel en el recorrido hacia un ganglio linfático (a esto se le denomina “metástasis en tránsito”, “metástasis satélite” o “tumores microsatélites”). Este estadío tiene cuatro subdivisiones, que se diferencian en función del tamaño, la cantidad de ganglios linfáticos afectados, si existe ulceración y si el tumor primario tiene lesiones satélite.

El estadío IV es el más grave de todos. Llegados a este punto el cáncer se ha diseminado a través del torrente sanguíneo a lugares más distales, ya bien sea de la piel o de otros órganos. Este estadío también tiene 4 subgrupos, dependiendo hasta donde haya llegado la metástasis: M1a solos e diseminó a la piel y tejidos blandos; M1b se diseminó a pulmón; M1c se diseminó a cualquier otro órgano que no incluye el sistema nervioso central; y M1d se diseminó al sistema nervioso central, incluyendo estructuras cerebrales y medulares.

También puede ser que tras el tratamiento oportuno tengamos melanoma recurrente. Esto significa que un melanoma ya eliminado ha vuelto a aparecer.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Hay múltiples factores que aumentan el riesgo de padecer melanoma, pero los factores ambientales y la genética desempeñan un papel muy importante en su desarrollo.

Entre los factores de riesgo ambientales destacamos la exposición al sol, especialmente si, como consecuencia, se producen quemaduras repetidas. Los efectos genotóxicos de los rayos ultravioleta (UVA) son la principal causa del melanoma. Algo que debes saber es que los efectos nocivos de los rayos UVA no solo se “obtienen” tomando el sol, sino que también se producen por tratamientos repetidos de bronceado con luz UVA.

Junto con los factores ambientales, como la amplia exposición a la luz solar, los factores genéticos desempeñan un papel fundamental para su aparición. Si una persona tiene antecedentes personales de cáncer de piel, sus papeletas se multiplican. Pero aquí no se queda todo, si algún miembro de la familia directa tiene un melanoma, aumenta la probabilidad de desarrollar cáncer de piel en la siguiente generación.

Cabe destacar que las personas con un tono de piel claro son 10 veces más propensas a desarrollar cáncer de piel, debido a la presencia de pigmento protector de melanina en menor cantidad. También son más propensas las personas con gran cantidad de pecas o lunares pigmentados, sobre todo cuando hay presencia de lunares atípicos.

¿Cómo aparecen los síntomas del melanoma en el cuerpo?

En las primeras fases, los melanomas pueden ser bastante difíciles de reconocer, ya que, cuando aparece por primera vez en el cuerpo puede parecer un simple lunar, con la diferencia de que estos “lunares” cambian gradualmente de tamaño y color.

En ocasiones, en presencia de un melanoma, puede haber alguna llaga en la piel que se niegue a curarse. Esta llaga puede ser sensible, dolorosa o picar, por lo que es importante notar el cambio en el aspecto, la intensidad y la textura de la piel para facilitar el diagnóstico durante la fase inicial.

Algo que cabe destacar es que los melanomas pueden variar mucho en apariencia. La mayoría son manchas planas, con bordes irregulares y de color marrón con pequeñas manchas negras en su interior. Otros son manchas marrones con puntos rojos, blancos, negros o azules, y a veces puede aparecer como un pequeño bulto duro rojo, negro gris.

Aunque son poco habituales, algunos melanomas (<10%) no producen pigmento. A estos melanomas se les llama melanomas amelanóticos, y pueden ser de color rosa, rojo o marrón, por lo que pueden parecer manchas de la piel no cancerosas.

Prevención y diagnóstico

Siempre es mejor prevenir que curar. Dado que una de las principales causas del melanoma son los rayos ultravioleta del sol, conviene protegerse utilizando protectores solares, cubriendo todo el cuerpo con ropa protectora o evitando el sol en las horas punta donde los rayos son más fuertes (10am a 4pm).

Cabe mencionar que, al utilizar protectores solares, no basta con aplicarlos una vez y olvidarnos de ellos, sino que hay que reaplicarlo cada dos horas. también es importante recordar que la exposición directa a la luz solar durante mucho tiempo es perjudicial.

Como ya hemos comentado, la aparición de un lunar nuevo, o los cambios en un lunar ya existente (crecimiento, oscurecimiento, inflamación, dolor,…), son signos de advertencia de posibles melanomas. Por ello, es conveniente evaluar de vez en cuando nuestros lunares para ver si encontramos algún signo de alerta.

El examen básico que se realiza en los lunares para comprobar si, potencialmente, son lesiones cancerosas es el examen ABCDE del melanoma, donde se evalúa Asimetría, Bordes, Color, Diámetro y Evolución.

  • Asimetría (A): La simetría del lunar es importante para reconocer si el lunar es, o no es, canceroso, ya que el lunar no canceroso tiende a ser simétrico (ambos lados del lunar iguales). En cambio, el lunar canceroso tiene una mitad del “lunar” distinta a la otra.
  • Bordes (B): Los bordes irregulares, es decir, los que tienen un aspecto borroso, con muescas, áspero o irregular, son característicos de los lunares cancerosos.
  • Color (C): Los cambios en el color de un lunar ya existente tienen que darnos pistas de que algo puede no ir muy bien. Los melanomas, en función del color, se pueden detectar porque un lunar ya existente cambia de color, o porque aparecen nuevos lunares con colores peculiares (un color más oscuro que el resto de lunares, pigmentación marrón, negra, blanca, roja o azul,…).
  • Diametro (D): El tamaño del lunar canceroso también cambia con el tiempo, junto con su color y forma. Debe llamar especialmente nuestra atención los lunares de más de 6mm de ancho (el tamaño de la goma de borrar de un lápiz).
  • Evolución (E): Es importante percatarse de la aparición de lunares nuevos, pero sobre todo de si el aspecto de algún lunar ya existente cambia de aspecto con el tiempo, ya que si lo hace, tienes muchas papeletas de que se trate de un melanoma.

En caso de que se detecten anomalías en algún lunar y se sospeche de melanoma, su médico puede recomendarle realizar una biopsia del mismo, y si se trata de un melanoma, se procede a la extirpación completa de la mancha. Cabe destacar que la mayoría de los lunares biopsiados por sospecha de melanoma finalmente son simples lunares.

Mujer de espalda con lunares

Tratamiento del melanoma

El melanoma puede propagarse muy rápidamente por el organismo, y producir la muerte en pocos meses. Por ello es tan importante detectarlo y tratarlo a tiempo, ya que, cuanto menor sea la profundidad y extensión del melanoma (primeros estadíos), mayores probabilidades de supervivencia y de éxito en el tratamiento.

Al igual que otros tipos de cáncer, el melanoma también se trata con radiación, quimioterapia o cirugía. Dependiendo del estadio del melanoma, el oncólogo decidirá un tratamiento u otro.

En el caso de las personas con melanomas superficiales (estadíos I y II), la cirugía es la mejor de las opciones. Consiste en extirpar la lesión cancerosa, que posteriormente se analiza en un laboratorio patológico para determinar su extensión y diversidad. Es muy importante que no quede ninguna célula cancerosa tras la cirugía, por lo que los médicos tienden a extirpar cerca de 1cm de piel sana alrededor del tumor. De no ser así, el cáncer puede volver a extenderse.

En algunas ocasiones muy puntuales, en las que la persona no pueda someterse a cirugía, bien por su estado de salud, bien porque el melanoma se encuentra en áreas delicadas, los médicos pueden recurrir a un tratamiento farmacológico con una crema quimioterápica, o bien a la destrucción del melanoma con criocirugía (frío extremo).

En caso de que el melanoma haya metastatizado (se ha diseminado a zonas distales), la cirugía deja de ser una opción viable (salvo para extirpar ganglios linfáticos), y pasa a tener mayor importancia los tratamientos farmacológicos. Entre ellos destacan los fármacos inmunoterápicos, que bloquean la acción protectora de las células cancerosas para que nuestro sistema inmunitario pueda atacarlas, y la terapia dirigida, que emplea medicamentos que atacan a los mecanismos biológicos de las células cancerosas para que dejen de replicarse, y eliminarlas.

También cabe destacar el uso de radioterapia, que se emplea para matar las células cancerosas mediante radiación cuando el cáncer se ha diseminado al cerebro, y la quimioterapia, que se administra por vía intravenosa para tratar los melanomas que se han diseminado, aunque suelen administrarse únicamente cuando no existen otras opciones disponibles.

En resumen, el tratamiento de un melanoma tiene mejores resultados cuanto antes se diagnostica, por ello, es importante no ignorar el cambio de aspecto, textura o color de la piel. La autoexploración puede conducir a un diagnóstico precoz, favoreciendo un mejor pronóstico.

FUENTE: MUY INTERESANTE

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