
El rumor aumenta de volumen y se convierte en crítica, se habla de descuido en el mantenimiento de la ciudad, que no se están tomando las previsiones necesarias para cada situación que se puede presentar. Sin ánimo de comparaciones, como que se ve una Tarija con varias falencias en aspectos que antes eran orgullo de sus habitantes, quiénes la visitan frecuentemente lo notan y lo dicen, quiénes por primera vez llegan también.Quien está detrás de un volante, sea taxista, micrero o simplemente un particular, ha descubierto en últimos tiempos que debe ser más diestro en ciertas calles y avenidas, es que no sólo se debe esquivar a quién se cruza por cualquier parte, no sólo al que se detiene sin avisar ni a la moto que nos quiere rebasar por la derecha… también tiene que ir mirando y cuidando no entrar en uno de los muchos baches que son parte del «decorado» de esas vías… unos más grandes que otros, unos más profundos que otros, pero baches al fin, que cuando llueve se llenan de agua y son el salpicadero cuando un vehículo pasa por ellos, baches que obligan a realizar maniobras peligrosas, porque a veces se tiene que invadir el carril contrario. Son huecos que comenzaron como huequitos y que los dejaron crecer, agrandarse, al punto de representar un riesgo para las personas y los motorizados.No se conocen las razones del descuido, tal vez falta de dinero a pesar de que esta tarea debería ser parte de un plan anual de mantenimiento de la ciudad. Tal vez justo es eso, que no hay un plan. O puede que todo se reduzca a un tremendo descuido en la administración de esta urbe. Lo que sea que esté sucediendo, no puede seguir ocurriendo. Es momento de que algunas autoridades salgan de su letargo y asuman sus obligaciones, aquellas que adquirieron voluntariamente. Ya es tarde para arrepentirse, más bien, es tiempo de ponerse a trabajar.