
Eduardo Claure La crisis que aflige a Bolivia hoy, es similar a la crisis de los 80, limitaciones institucionales que condicionan el tipo de definiciones que surgen en el actual gobierno/Estado/partido, frente a las demandas acumuladas de todos los sectores -hoy en las calles-, gremiales, médicos, maestros, jubilados, rentistas y otros, mientras el ejecutivo desentendiéndose de las protestas y sus contenidos, demostrando su incapacidad para solucionar estructuralmente los conflictos y la evidencia de que no se construyó un modelo económico novedoso -obviamente sin blindaje- y, poniendo en vilo la democracia de la mano de una justicia corrompida. Los problemas que confronta el país, se originan en un estilo de hacer política y de gobernabilidad repetida durante 17 años. El ejecutivo, su entorno palaciego y militancia cupular, pensaron que esta forma de gobernabilidad era la panacea y, la renta hidrocarburifera el maná del cielo, y, que, su administración eficaz y eficiente -a los ojos de sus masas de adherentes ignaros- del boom económico de los commodities, era todo. Varios problemas como los señalados, explican las dificultades de gobernanza histórica en Bolivia, casi todos vienen de la escabrosa vida política y de los factores estructurales derivados de su posición en la economía regional y hoy, aún más en el espectro mundial globalizado. Bolivia, siempre ha contado con un minúsculo grupo gobernante, pero, esta vez más aferrado al poder que ninguno otro anterior y que, poco o nada ha hecho para integrar a la nación, a sus sectores sociales y económicos, a pesar de declararse plurinacional y disponer de una CPE amplísima en derechos -casi todos vulnerados- y que, a pesar de los abundantes ingresos de la renta de hidrocarburos (55.000.000 o 350.000.000 de $us entre 2008 y 2014, no se sabe), ni siquiera ha rozado los niveles de industrialización prometida, la diversificación de la economía bajo un modelo MESCP -concepto muy difícil de entender- que nunca funcionó y quedó finalmente sin resultados, como los planteados en el 2006: hacia ser como Suiza. Durante la UDP, Siles Suazo, gobernó durante la peor crisis económica de la historia boliviana: la pérdida de la solvencia internacional en el decenio de los 80 debido a la crisis de la deuda externa y la severa disminución de afluencia de capitales externos; un sistema tributario débil, perspectivas exportadoras desfavorables, agotamiento de la economía del estaño, y la fragilidad de las exportaciones de hidrocarburos, una crisis de la estrategia del Estado capitalista derivado del manejo económico deficiente caracterizado por la incapacidad del gobierno por terminar con los déficits y recaudar eficazmente los impuestos. El síntoma principal de la crisis fue la tasa de hiperinflación de 26.000%, además de ello, los graves déficits presupuestarios y de la balanza de pagos, asimismo del servicio del pago de la deuda externa que se llevaba el 70% de los ingresos por exportación. La crisis fue tan grave que Bolivia se volvió ingobernable y su muerte como nación era inaplazable, en una época, además, en que el negocio de la coca cocaína iba creciendo y afianzándose en determinadas regiones del país dando paso a la economía del submundo narco, que hoy se ha convertido en un colchón económico, innegable. El 29 de agosto de 1985, se dictó (en voz de la izquierda) el “maldito” D.S. 21060 e instala la Nueva Política Económica, con tres objetivos básicos: liberación de la economía, predominio del sector privado para el desarrollo económico y, la recuperación del control estatal sobre empresas públicas claves que estaban en manos sindicales y partidarias. Se redujo el déficit fiscal, congeló sueldos y salarios, devaluó la moneda y disminuyó drásticamente el empleo en el sector público; anunciándose la descentralización y privatización a largo plazo de las empresas públicas y similares. Hoy, bajo el gobierno del MAS-IPSP, con 17 años sobre las espaldas del pueblo boliviano no masista, los titulares de la prensa y medios en general, configuran un diluirse de aquel ”blindaje económico” -muy falso-, drástica disminución irreversible de la renta petrolera; disminución de las RIN a niveles a ras del suelo e insalvable; empresas estatales con déficit insostenibles en manos del partido y sus “hermanos”; el Modelo Económico Social Comunitario Productivo un fracaso verificado por sus ejemplos: las plantas separadoras de líquidos, la producción de urea y los proyectos petroquímicos para producir etileno, polietileno, el Mutún (hierro), Karachipampa y otros de mayor envergadura como el litio que más parece un agujero negro, al igual que la política minera de metales preciosos -oro y plata- y demás proyectos para la generación de electricidad como Entre Ríos, Misicuni, Cachuela Esperanza, San José, Miguillas, Bala, Río Grande y otros sin resultados, igual que la industrialización para la substitución de importaciones, señalándose las empresas de biodiesel en Santa Cruz y El Alto sin éxitos visibles como la planta separadora de líquidos en el chaco, las exploraciones sin el mar de gas, liquimuni y San Buenaventura, ni qué decir del ecocidio de la chiquitanía o el caso TIPNIS; actualmente el riesgo país de Bolivia se elevó a 1.924 puntos básicos, está entre los más altos de la región y por detrás de los índices de Venezuela, Argentina y Ecuador; según datos del Banco Central de Bolivia al 8 de febrero de 2023 las reservas internacionales netas (RIN) bajaron a 3.538 millones de dólares, encontrándose las reservas en divisas en un nivel de 372 millones de dólares, las reservas de oro en 2.592 millones de dólares, los derechos especiales de giro (DEG) en 538 millones de dólares y la posición con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 35 millones de dólares, conociéndose que el BCB utilizó los DEG para mejorar la posición en divisas faltantes para su circulación este primer trimestre del año; dudas que aun exista el oro físico depositado en bóvedas del BC; un rechazo masivo a la Gestora que se agravará -sin duda-; judicialización de la política; altos índices de criminalidad entre miembros de carteles domésticos de cocaína; avasallamientos de propiedades agroganaderas; extorciones comunitarias a empresas hoteleras turísticas; denuncias de corrupción en altas esferas de la cosa pública bajo un manto de impunidad partidaria tanto o más que en la ABC y FONDIOC, etc., etc. Este cuadro de situación sin mejorías ni soluciones parciales ni integrales, hace suponer que, la pelea interna por el poder político, puede derivar en el que se asuman “medidas correctivas drásticas en materia económica y política”, como única manera de controlar los desbordes sociales que no se detienen, más por el contrario de profundizarse hasta un mayor descontrol y convertirse en peligro ante la perspectiva de llegar al 2025 con unidad partidaria del MAS-IPSP, sea azul o “rojo desesperado”, para demostrar musculatura política invencible, más allá de la posibilidad de otro monumental fraude, que posibilite continuar con el poder omnímodo, engarzado finamente a lo que Petro a dicho recientemente ante la OEA, qué, “está en marcha un proceso político de consolidación del Socialismo del Siglo XXI, de una fuerza ideológica asumida por países hermanos como Venezuela, Colombia, Nicaragua, Perú, Chile, Brasil, Argentina y Bolivia, redefiniendo tácticas políticas y económicas, basadas en sus valiosos recursos naturales estratégicos para las economías de las potencias mundiales como EE.UU., Canadá, Europa, Rusia, China, países árabes y asiáticos, esfuerzo que supone, consolidar y profundizar, sin limitar ni medir, todas las herramientas políticas que signifiquen su permanencia y ampliación consolidada en el sub continente”. Esta alocución, debe alertar a quienes están en la política doméstica, y que no salen de su capullo regional autonómico y un esmirriado cuerpo político sin renovación, militancia ni perspectiva de crecimiento o de cohesión nacional, pues mantienen poses y discursos sin liderazgo genuino, probo y menos, nacional. Los partidos políticos han perdido capacidades para ser instrumentos para sumar o articular intereses. La oposición no ha demostrado un verdadero papel en un proceso de formulación de políticas y continúa siendo considerada un obstáculo para la institucionalización de políticas económicas y sociales racionales que salven la economía boliviana. En otras palabras, no tienen en sus manos ineptas, ni por asomo, algo parecido a un mágico 21060. Mientras, se asoma una UDP azul y un amenazador bloque regional populista neofascista.