
Si bien somos cuestionadores por naturaleza, aplaudimos cuando se hacen obras, saludamos la iniciativa y las ganas en un emprendimiento que seguramente tiene un buen fin. Seguro que cualquier mejora ocasionará incomodidades a los ciudadanos, eso está claro. Aunque dichas molestias se pueden minimizar si se tiene en cuenta ciertas situaciones muy propias de la dinámica de una ciudad.Hay que entender desde diversas ópticas, el vecino se queja con justa razón porque la alcaldía realiza trabajos en horarios pico del tráfico vehicular y en arterias centrales, ocasionando un caos sin precedentes, no se trata solo de un ejemplo, son muchos y tal vez se entendería si no fueran tantos. A pesar de los reclamos, el municipio sigue actuando igual, como si no le importara lo que dice la gente, ya se toma como una falta de respeto. La paciencia tiene límites, más allá de lo bueno que sea algo que se pretende hacer. Es inaceptable que se elijan horarios más que difíciles para asfaltar o reasfaltar calles o ejecutar cualquier otra obra. También cuando se organizan eventos que afectan las actividades regulares ciertos días, así sucede durante ferias que de por sí congregan gran cantidad de personas y también vehículos. Y siempre nos preguntamos por qué no se trabaja en otros horarios, menos complicados, o en días más livianos como sábado o domingo, en los que la gente está más relajada y no se tiene la fluidez vehicular de los días de semana. Se pide respeto y un poco de buena voluntad, imaginación e ideas creativas a funcionarios que olvidan que, antes de nada, son servidores públicos. Tal vez sea necesario revisar estos aspectos desde nuestra alcaldía.