
“El estatus es y siempre ha sido un rasgo decisivo en toda civilización humana”. Y, como todos los rasgos, cambian con el paso del tiempo. A lo largo de la historia se han vivido tiempos distintos para los que el lujo, el caché y el prestigio han significado cosas distintas y se obtenían por medios diferentes. Chuck Thompson, historiador y periodista por la Universidad de Oregón, se propuso averiguar qué determina el estatus hoy en día y por qué lo que antes se consideraba de mal gusto se ha convertido en algo deseable y viceversa.
¿Qué nos da prestigio hoy día?
Si sales a la calle, te acercas a cualquier persona que esté paseando un perro y le muestras interés por su mascota, no tardará en decirte que es un animal adoptado, rescatado de un refugio o, directamente, te dirá cuándo lo adoptó, puesto que se da por hecho que es el único medio por el que lo obtuvo. En caso de no ser así, dudo que reconozca que ha comprado el animal en alguna tienda, pues no solo está mal visto por la mayoría de la sociedad actual, sino que el “rescate” conlleva incluso cierta medalla al mérito y, por ende, cierto estatus. En cambio, no hace muchos años que los perros de perreras y refugios eran considerados chuchos o mestizos indeseables. ¿Qué ha pasado? Según Thompson, “por primera vez desde la Revolución Industrial, las definiciones populares de estatus, lujo y, sobre todo, privilegio están cambiando radicalmente”.
“Los egipcios enterraban a sus bellas personalidades en pirámides, símbolos de estatus de antaño. Asimismo, los emperadores Ming construyeron elaboradísimas tumbas. Los normandos levantaron castillos. Los empresarios industriales estadounidenses y los mejores aleros de la NBA construyeron mansiones y extensas haciendas”.
Aunque el pasado también tiene ejemplos menos obvios: el cacao era un símbolo de estatus entre los mayas, los limones eran muy exclusivos en la antigua Roma o la posesión de un caballo para ir a la guerra te convertía directamente en un caballero, con su propia clasificación y distinción social en época medieval, cuando los nobles debían presentar una piel blanca para dejar claro su estatus frente a las maltratadas y quemadas pieles de los campesinos que trabajaban bajo el sol.
“La conclusión es que, teniendo en cuenta los cambios en los gustos y los recursos, nuestra concepción básica del lujo y el estatus se ha mantenido más o menos firme desde los albores de la civilización. Los bienes y servicios siempre han formado parte de la ecuación, pero también lo ha hecho un sentido etéreo del logro. Las actitudes griegas, romanas, bárbaras, cristianas y europeas de acaparar piñas encajan en un tapiz de estatus que constituyó la concepción occidental del privilegio hasta los comienzos del siglo XX”.
Fue a partir de entonces cuando los críticos sociales estadounidenses analizaron el impulso moderno por el lujo y el estatus, el origen de nuestras concepciones actuales en la era del consumo.
‘La revolución del estatus’ por Chuck Thompson
“Mires donde lo mires, los estadounidenses muestran su estatus de nuevas formas. Vivimos en una época en la que los zapatos feos (los Crocs de Balenciaga) y las botellas de agua llamativas despiertan la envidia de la misma manera que un par de Louis Vuittons o una botella de whisky de cristal Baccarat Harmonie; una época en la que es igual de fácil que el director general vaya a trabajar con unos vaqueros anchos y una sudadera con capucha que con un elegante traje dos piezas de Tom Ford o unos tacones de Louboutin”.
Los gustos y los valores cambian y Thompson nos explica con lucidez e irreverencia por qué todo lo que sabemos sobre el estatus está cambiando, poniendo patas arriba la sabiduría convencional, y muestra cómo la nueva revolución del estatus refleja nuestro lugar en la sociedad contemporánea.
“La psicología que subyace a esta nueva regla de estatus tiene poco sentido para el neófito. Sin embargo, si se pasa tiempo con los químicos del prestigio, pronto se aprecia el modo descarado en que se deconstruyen y recrean nuestras ideas sobre el lujo y el estatus”.
En La revolución del estatus, editado por Pinolia, Thompson explica que tanta hostilidad y ansiedad existencial presente en la sociedad podría venir del hecho de que ya no sabemos cómo medir nuestro valor y posición en el mundo, pues los líderes actuales del estatus promueven una idea tan revolucionaria que parece contradictoria: “el prestigio es proletariado, la exclusividad es para todos”.
Sobre Chuck Thompson
Se licenció en Historia y Periodismo por la Universidad de Oregón. Ha escrito varios libros de éxito y actualmente es editor del sitio web de noticias medioambientales sin ánimo de lucro Columbia Insight. Anteriormente trabajó siete años en la CNN como productor ejecutivo de CNN Travel y director editorial de CNNGo.com. También ha sido redactor de WikiTribune, subdirector de Men’s Journal, redactor de artículos de Maxim y redactor jefe de la revista Travelocity. Thompson ha escrito en numerosas publicaciones y sitios web, como The New Republic, Outside, Men’s Journal, Atlantic Monthly, National Geographic Adventure, Esquire, Men’s Health, Publishers Weekly o Los Angeles Times.
Fuente: Muy Interesante