
Eduardo Claure La destrucción de la República y la liquidación de la democracia, tiene que ver -como viene sucediendo- con la trayectoria de los principales partidos políticos en un momento clave de la historia boliviana, los años de la llamada República (Liberal o neo), período de construcción de la democracia, de modernización y de grandes cambios sociales y políticos, se viene abajo, luego de su recuperación. En este periodo de 17 años desde 2006, ¿qué hizo la oposición? ¿De qué manera se organizaron los partidos durante este periodo? ¿Cómo se han disputado el poder? ¿Cómo se relacionaron con las principales instituciones y organizaciones sociales del país? ¿Cuál fue su papel en la construcción de la democracia y cuál en la violencia que desangró al país a partir del periodo del “proceso de cambio”? Una mirada sobre hechos y testimonios transcurridos, aportan a la reflexión crítica que hoy debe hacer el país sobre su evolución política: ¿hacia dónde vamos? O debiera decirse: ¿hacia dónde nos enrumban los partidos y la vieja clase política? Con su anomia, ni duda cabe, nos conducen al abismo. Los partidos políticos, han nacido para competir, no para unirse; pero, a esta altura de los sucesos sociopolíticos que han desinstitucionalizado y quebrado el andamiaje democrático -por su dispersión obcecada y su distracción de sobrevivencia (localmente y ante procesos judiciales)-, ponen en el cadalso a la población boliviana. Durante este periodo de oscurantismo ideológico, no han construido lo básico en política: programa con visión país, liderazgo, estructura territorial nacional y recursos. La renovación y construcción de liderazgos: ausente; recreación ideológica: ninguna; reinvención económica y social proactiva: sin línea; actitud de cohesión interpartidaria o bloque: sin propuesta ni decisión. Nos encontramos con dueños de siglas y Personerías Jurídicas, no de líderes partidarios: ni soñar en armar un bloque democrático. ¿Qué no ha hecho la oposición durante estos transcurridos diecisiete años? Hagamos un ejercicio: No ha llamado la atención de la sociedad boliviana con una idea de futuro de país. No ha logrado que la gente trabaje regionalmente en una acción conjunta, menos en lo nacional. No ha ido al encuentro con la gente -localmente y nacionalmente-, creen que su imagen en los medios es todo o suficiente. No ha demostrado a través de sus acciones lo que pregonan como argumentos para su toma de posición. No se ha rodeado de “militantes” idóneos, todos o una mayoría, reciclados y/o con pasado oprobioso, proclives a la prebenda, corrupción y sin iniciativas. No ha logrado que la gente los acepte plenamente. No ha sido franca ni generosa con las necesidades o el clamor popular. No asumieron actitudes políticas contra la dictadura y sus operadores, dejaron que mantuvieran sus perversos privilegios (incluido el gobierno de transición). No salieron o no dejaron sus fortalezas para protegerse y se aislaron, peligrosamente, incluso entre ellos. No lograron superar la debilidad y menos convertirla en poder o proyecto de poder. No pudieron construir una sola fortalezca y estrategia parlamentaria conectada y accionada con la sociedad civil en sus regiones. No ha incorporado en sus acciones públicas elementos de poder para reforzar su imagen y personalidad política, además de proyectar probidad. No ha desplegado acciones políticas con audacia y carácter: la gente quiere y apoya al ganador, no al timorato que renuncia a medio camino o pacta con el enemigo para soliviantarlo y protegerse a costa del pueblo y la historia. No ha internalizado en la mente del pueblo, sus logros, si es que los ha habido. No ha construido un imaginario en el pueblo, de tal modo que todos sigan “ese sueño”. No ha logrado que la sociedad boliviana haga conciencia de los males de la dictadura. No ha aprovechado las oportunidades y/o fisuras de la dictadura cuando muestra sus hilachas. No ha logrado realizar eventos de masas con temas atractivos y de interés general y/o sectorial, ni siquiera localmente, menos nacional o macro regional, si los ha realizado, no han tenido espectacularidad, que es lo que se necesita: se mueve como la apatía popular de gente de elevada senectud o de gran abundancia, a quienes ya no les importa nada. No ha implantado una imagen de liderazgo frente al dictador ni contra su sequito de conmilitones palaciegos. No ha trabajado respecto lo que la gente ama, tiene esperanza, valora o tiene temor. No ha generado una idea fuerza que saque a la gente “de la costumbre de ver la realidad del proceso de cambio”: salud, educación, contrabando, narcotráfico, crimen organizado, desocupación, informalidad, irrespeto a la autoridad, la Ley, los Derechos Humanos, nuestra historia y el civismo, valores y principios, etc. No ha mostrado logros alcanzados por ellos y la gente, de tal forma que el pueblo sienta satisfacción de lo logrado o alcanzado, en lo individual y en lo colectivo. No ha logrado formar militantes y menos ciudadanos comprometidos, motivados y convencidos de luchar contra el mal, soldados que lucharían con pasión contra el mal instalado en palacio: solo tienen amigos, recomendados y reciclados, con valor cero. No ha logrado demostrar que una verdadera acción política por recuperar la democracia beneficiará a toda Bolivia. No ha implantado una causa noble que fascine a la conciencia ciudadana, de desterrar al mal. No ha logrado posicionar en el imaginario social colectivo, la idea fuerza de la cohesión social necesaria para el retorno a la democracia, la sociedad de principios, la fortaleza de un solo bloque o frente político y la necesidad de un renovado liderazgo, confiable, que dé certidumbre y aúne, antes que disperse.Mientras tanto, los actores del mal, actúan como si nada hubiesen hecho y fuesen perfección festejando sus 28 años de vida política, el MAS-IPSP, entre alcohol, coca, mixturas, serpentinas, desvaríos y excesos, en el corazón del Chapare, Ivirgazama -el paraíso de Blanquita-, creen que aún pueden continuar su marcha hacia la tiranía total, apuntando su reconfiguración para el 2025, veamos: apareció G. Linera clamando unidad azul, Héctor Arce, condecorando a los secuaces del gran fraude electoral del 2019 junto al delegado de la CIDH-OEA, un policía denunciante de sus superiores es arrestado, el hijo del capi di tuti capi denunciado como diligenciero negociador del litio, intención de reponer la Ley 218 que penalizaba la legitimación de ganancias ilícitas y financiamiento al terrorismo, con nuevo título y número de 280, proyecto de ley que en 2021 fue obligado a ser retirado por fuertes movilizaciones del sector salud y especialmente por la confederación de gremiales dirigido por Francisco Figueroa, hoy, tan fallecido como el testigo protegido denunciante de la ostentada corrupción en la ABC, movilizaciones del magisterio contra una malla curricular perversa, una Gestora Pública que puede desatar un torbellino de inimaginables consecuencias, denuncias entre dirigentes masistas del más alto nivel y ante cuyos contenidos los denunciados debieran estar en cadalsos, un TSE y una TCP, que orquestan otro timo electoral de magistrados y de las elecciones nacionales del Bicentenario, juicios de Mar y Silala perdidos por total ineptitud, anuncio de renovar un nuevo satélite Tupak Katari II, corrida de dólares, detenciones arbitrarias y deshumanizadas, el proceso de cambio sepultó las perspectivas de los pueblos indígenas, la política se convirtió en un estado de guerra, se han denunciado grupos armados paragubernamentales como los avasalladores de tierras y otros, no se prosiguió con las denuncias de la ex vocal del TSE Rosario Baptista para anular la PJ del MAS, etc., etc. Este amplio abanico de poder salpicado hasta los tuétanos de corrupción y latrocinio a cuál más descarado e impune, jamás visto en la historia política boliviana, sigue en una impunidad que ha impregnado a la conciencia de una generación de bolivianos, qué, todos estos hechos, se han naturalizado y que no existe otra realidad que no sea la azul: criminal, corrupta, inmoral, sí, pero real y por todo lo que reflejan los medios en estos meses, semanas y días, el MAS-IPSP, viene por más, sin freno que le impida intentar ser presidenciable for ever, a pesar de sus disputas internas que son por el poder (el afrodisiaco más poderoso), y si es total, mejor. El MAS-IPSP se ha desentendido de Chaparina, TIPNIS, Hotel Las Américas, el ecocidio de la Chiquitanía, FONDIOC, CAMCE, el 21F, el Fraude Monumental, la persecución a la oposición, las muertes en 17 años de poder omnímodo (Cristhian Urresti, J.M. Bacovic, Marco Aramayo, Analí Huaycho, esposos Andrade, etc.), la elevada corrupción, el campante narcotráfico, el sicariato cada vez más naturalizado, los consorcios judiciales corruptos, la burla de la ley y el papel servil del TCP, Ministerio Publico, TSE, Órgano Judicial y Policial, etc., que parecen no inmutar a la “clase política”, como si su sola existencia y vigencia sería suficiente para “hacer política”, mientras sus referencias políticas -no liderazgo- envejece, caduca, languidece y fenece, con fechas de vencimiento fenecidas. Hoy, casi un centenar de presos políticos judicializados aviesamente y cerca de un millar de refugiados en el exterior y, mil tropelías más. Según su campaña electoral del 2005 todo esto no debió suceder nunca. ¿Acaso no subió al poder “la reserva moral de la humanidad”, la democracia participativa y directa que, bajo administración proba, ya seriamos como Suiza? Al contrario, se apuñaló -de frente- al desarrollo político boliviano al ejecutar el exterminio sistemático del ejercicio político, con una persecución sistemática de dictadura aniquiladora del sistema de partidos y sus referentes: la época más oscura de la historia política boliviana. A pesar de este genocidio político y derrumbe de la democracia, algunos referentes políticos de siempre, ya, lanzándose como tempraneros candidatos para el 2025, cuando el soberano en las cinco pasadas elecciones les dijo NO. Alguno podrá seguir escribiendo sobre historia, pero, no hará historia, le dicen. Otro, aparenta ser retoño gallo, pero ha hecho política deleznable en valores éticos políticos y administrativos en la gestión pública local, se le reconoce heredad por aquello de “errores y no delitos” y, sobre el cual pende sobre su cabeza, un “puente millonario” de estilo español, nunca entregado y con procesos pendientes. Otros soñadores de liderazgo, guardan entre barrotes hacer gestión pública. En rol de terceros, algunos protegidos por asilos políticos y exilios voluntarios y, cuando no, los sobrevivientes -muy pocos- bajo amenaza de no desatar sus procesos fríamente calculados, mientras estén callados. Es momento para viabilizar nuevos referentes políticos, renovadas plataformas y visión país. La actual situación, permite, en el tiempo antes del Bicentenario, que la oposición -no ejercida ni visible real y políticamente- actúe en consecuencia por la Patria. De lo contrario, no podrán echar la culpa a nadie, de su nuevo fracaso electoral que se avecina, de no reaccionar con lucidez, creatividad, coherencia y magnanimidad política -si aún la tienen- para resurgir en el imaginario colectivo, que es aún posible, recuperar la democracia, las libertades, los derechos ciudadanos y políticos, la institucionalidad y la esperanza como país. Los cantos de sirena de las autonomías y el federalismo, renovación del sistema judicial, nuevo pacto fiscal, censo, son solo eso, cantos de sirena, mientras el narco socialismo siga su curso, sin perturbarse. De llevarnos al abismo, al mismísimo averno del narco estado y toda su criminalidad visible e invisible, la “oposición” tendrá que responsabilizarse cuando el pueblo juzgue. Y, lo hará, pues, las elecciones del 2025, sellarán, eso sí, el futuro de Bolivia: democracia y libertades o se impondrá la tiranía.
Oposición sin vocación de poder, mientras el MAS viene por MASEduardo Claure La destrucción de la República y la liquidación de la democracia, tiene que ver -como viene sucediendo- con la trayectoria de los principales partidos políticos en un momento clave de la historia boliviana, los años de la llamada República (Liberal o neo), período de construcción de la democracia, de modernización y de grandes cambios sociales y políticos, se viene abajo, luego de su recuperación. En este periodo de 17 años desde 2006, ¿qué hizo la oposición? ¿De qué manera se organizaron los partidos durante este periodo? ¿Cómo se han disputado el poder? ¿Cómo se relacionaron con las principales instituciones y organizaciones sociales del país? ¿Cuál fue su papel en la construcción de la democracia y cuál en la violencia que desangró al país a partir del periodo del “proceso de cambio”? Una mirada sobre hechos y testimonios transcurridos, aportan a la reflexión crítica que hoy debe hacer el país sobre su evolución política: ¿hacia dónde vamos? O debiera decirse: ¿hacia dónde nos enrumban los partidos y la vieja clase política? Con su anomia, ni duda cabe, nos conducen al abismo. Los partidos políticos, han nacido para competir, no para unirse; pero, a esta altura de los sucesos sociopolíticos que han desinstitucionalizado y quebrado el andamiaje democrático -por su dispersión obcecada y su distracción de sobrevivencia (localmente y ante procesos judiciales)-, ponen en el cadalso a la población boliviana. Durante este periodo de oscurantismo ideológico, no han construido lo básico en política: programa con visión país, liderazgo, estructura territorial nacional y recursos. La renovación y construcción de liderazgos: ausente; recreación ideológica: ninguna; reinvención económica y social proactiva: sin línea; actitud de cohesión interpartidaria o bloque: sin propuesta ni decisión. Nos encontramos con dueños de siglas y Personerías Jurídicas, no de líderes partidarios: ni soñar en armar un bloque democrático. ¿Qué no ha hecho la oposición durante estos transcurridos diecisiete años? Hagamos un ejercicio: No ha llamado la atención de la sociedad boliviana con una idea de futuro de país. No ha logrado que la gente trabaje regionalmente en una acción conjunta, menos en lo nacional. No ha ido al encuentro con la gente -localmente y nacionalmente-, creen que su imagen en los medios es todo o suficiente. No ha demostrado a través de sus acciones lo que pregonan como argumentos para su toma de posición. No se ha rodeado de “militantes” idóneos, todos o una mayoría, reciclados y/o con pasado oprobioso, proclives a la prebenda, corrupción y sin iniciativas. No ha logrado que la gente los acepte plenamente. No ha sido franca ni generosa con las necesidades o el clamor popular. No asumieron actitudes políticas contra la dictadura y sus operadores, dejaron que mantuvieran sus perversos privilegios (incluido el gobierno de transición). No salieron o no dejaron sus fortalezas para protegerse y se aislaron, peligrosamente, incluso entre ellos. No lograron superar la debilidad y menos convertirla en poder o proyecto de poder. No pudieron construir una sola fortalezca y estrategia parlamentaria conectada y accionada con la sociedad civil en sus regiones. No ha incorporado en sus acciones públicas elementos de poder para reforzar su imagen y personalidad política, además de proyectar probidad. No ha desplegado acciones políticas con audacia y carácter: la gente quiere y apoya al ganador, no al timorato que renuncia a medio camino o pacta con el enemigo para soliviantarlo y protegerse a costa del pueblo y la historia. No ha internalizado en la mente del pueblo, sus logros, si es que los ha habido. No ha construido un imaginario en el pueblo, de tal modo que todos sigan “ese sueño”. No ha logrado que la sociedad boliviana haga conciencia de los males de la dictadura. No ha aprovechado las oportunidades y/o fisuras de la dictadura cuando muestra sus hilachas. No ha logrado realizar eventos de masas con temas atractivos y de interés general y/o sectorial, ni siquiera localmente, menos nacional o macro regional, si los ha realizado, no han tenido espectacularidad, que es lo que se necesita: se mueve como la apatía popular de gente de elevada senectud o de gran abundancia, a quienes ya no les importa nada. No ha implantado una imagen de liderazgo frente al dictador ni contra su sequito de conmilitones palaciegos. No ha trabajado respecto lo que la gente ama, tiene esperanza, valora o tiene temor. No ha generado una idea fuerza que saque a la gente “de la costumbre de ver la realidad del proceso de cambio”: salud, educación, contrabando, narcotráfico, crimen organizado, desocupación, informalidad, irrespeto a la autoridad, la Ley, los Derechos Humanos, nuestra historia y el civismo, valores y principios, etc. No ha mostrado logros alcanzados por ellos y la gente, de tal forma que el pueblo sienta satisfacción de lo logrado o alcanzado, en lo individual y en lo colectivo. No ha logrado formar militantes y menos ciudadanos comprometidos, motivados y convencidos de luchar contra el mal, soldados que lucharían con pasión contra el mal instalado en palacio: solo tienen amigos, recomendados y reciclados, con valor cero. No ha logrado demostrar que una verdadera acción política por recuperar la democracia beneficiará a toda Bolivia. No ha implantado una causa noble que fascine a la conciencia ciudadana, de desterrar al mal. No ha logrado posicionar en el imaginario social colectivo, la idea fuerza de la cohesión social necesaria para el retorno a la democracia, la sociedad de principios, la fortaleza de un solo bloque o frente político y la necesidad de un renovado liderazgo, confiable, que dé certidumbre y aúne, antes que disperse.Mientras tanto, los actores del mal, actúan como si nada hubiesen hecho y fuesen perfección festejando sus 28 años de vida política, el MAS-IPSP, entre alcohol, coca, mixturas, serpentinas, desvaríos y excesos, en el corazón del Chapare, Ivirgazama -el paraíso de Blanquita-, creen que aún pueden continuar su marcha hacia la tiranía total, apuntando su reconfiguración para el 2025, veamos: apareció G. Linera clamando unidad azul, Héctor Arce, condecorando a los secuaces del gran fraude electoral del 2019 junto al delegado de la CIDH-OEA, un policía denunciante de sus superiores es arrestado, el hijo del capi di tuti capi denunciado como diligenciero negociador del litio, intención de reponer la Ley 218 que penalizaba la legitimación de ganancias ilícitas y financiamiento al terrorismo, con nuevo título y número de 280, proyecto de ley que en 2021 fue obligado a ser retirado por fuertes movilizaciones del sector salud y especialmente por la confederación de gremiales dirigido por Francisco Figueroa, hoy, tan fallecido como el testigo protegido denunciante de la ostentada corrupción en la ABC, movilizaciones del magisterio contra una malla curricular perversa, una Gestora Pública que puede desatar un torbellino de inimaginables consecuencias, denuncias entre dirigentes masistas del más alto nivel y ante cuyos contenidos los denunciados debieran estar en cadalsos, un TSE y una TCP, que orquestan otro timo electoral de magistrados y de las elecciones nacionales del Bicentenario, juicios de Mar y Silala perdidos por total ineptitud, anuncio de renovar un nuevo satélite Tupak Katari II, corrida de dólares, detenciones arbitrarias y deshumanizadas, el proceso de cambio sepultó las perspectivas de los pueblos indígenas, la política se convirtió en un estado de guerra, se han denunciado grupos armados paragubernamentales como los avasalladores de tierras y otros, no se prosiguió con las denuncias de la ex vocal del TSE Rosario Baptista para anular la PJ del MAS, etc., etc. Este amplio abanico de poder salpicado hasta los tuétanos de corrupción y latrocinio a cuál más descarado e impune, jamás visto en la historia política boliviana, sigue en una impunidad que ha impregnado a la conciencia de una generación de bolivianos, qué, todos estos hechos, se han naturalizado y que no existe otra realidad que no sea la azul: criminal, corrupta, inmoral, sí, pero real y por todo lo que reflejan los medios en estos meses, semanas y días, el MAS-IPSP, viene por más, sin freno que le impida intentar ser presidenciable for ever, a pesar de sus disputas internas que son por el poder (el afrodisiaco más poderoso), y si es total, mejor. El MAS-IPSP se ha desentendido de Chaparina, TIPNIS, Hotel Las Américas, el ecocidio de la Chiquitanía, FONDIOC, CAMCE, el 21F, el Fraude Monumental, la persecución a la oposición, las muertes en 17 años de poder omnímodo (Cristhian Urresti, J.M. Bacovic, Marco Aramayo, Analí Huaycho, esposos Andrade, etc.), la elevada corrupción, el campante narcotráfico, el sicariato cada vez más naturalizado, los consorcios judiciales corruptos, la burla de la ley y el papel servil del TCP, Ministerio Publico, TSE, Órgano Judicial y Policial, etc., que parecen no inmutar a la “clase política”, como si su sola existencia y vigencia sería suficiente para “hacer política”, mientras sus referencias políticas -no liderazgo- envejece, caduca, languidece y fenece, con fechas de vencimiento fenecidas. Hoy, casi un centenar de presos políticos judicializados aviesamente y cerca de un millar de refugiados en el exterior y, mil tropelías más. Según su campaña electoral del 2005 todo esto no debió suceder nunca. ¿Acaso no subió al poder “la reserva moral de la humanidad”, la democracia participativa y directa que, bajo administración proba, ya seriamos como Suiza? Al contrario, se apuñaló -de frente- al desarrollo político boliviano al ejecutar el exterminio sistemático del ejercicio político, con una persecución sistemática de dictadura aniquiladora del sistema de partidos y sus referentes: la época más oscura de la historia política boliviana. A pesar de este genocidio político y derrumbe de la democracia, algunos referentes políticos de siempre, ya, lanzándose como tempraneros candidatos para el 2025, cuando el soberano en las cinco pasadas elecciones les dijo NO. Alguno podrá seguir escribiendo sobre historia, pero, no hará historia, le dicen. Otro, aparenta ser retoño gallo, pero ha hecho política deleznable en valores éticos políticos y administrativos en la gestión pública local, se le reconoce heredad por aquello de “errores y no delitos” y, sobre el cual pende sobre su cabeza, un “puente millonario” de estilo español, nunca entregado y con procesos pendientes. Otros soñadores de liderazgo, guardan entre barrotes hacer gestión pública. En rol de terceros, algunos protegidos por asilos políticos y exilios voluntarios y, cuando no, los sobrevivientes -muy pocos- bajo amenaza de no desatar sus procesos fríamente calculados, mientras estén callados. Es momento para viabilizar nuevos referentes políticos, renovadas plataformas y visión país. La actual situación, permite, en el tiempo antes del Bicentenario, que la oposición -no ejercida ni visible real y políticamente- actúe en consecuencia por la Patria. De lo contrario, no podrán echar la culpa a nadie, de su nuevo fracaso electoral que se avecina, de no reaccionar con lucidez, creatividad, coherencia y magnanimidad política -si aún la tienen- para resurgir en el imaginario colectivo, que es aún posible, recuperar la democracia, las libertades, los derechos ciudadanos y políticos, la institucionalidad y la esperanza como país. Los cantos de sirena de las autonomías y el federalismo, renovación del sistema judicial, nuevo pacto fiscal, censo, son solo eso, cantos de sirena, mientras el narco socialismo siga su curso, sin perturbarse. De llevarnos al abismo, al mismísimo averno del narco estado y toda su criminalidad visible e invisible, la “oposición” tendrá que responsabilizarse cuando el pueblo juzgue. Y, lo hará, pues, las elecciones del 2025, sellarán, eso sí, el futuro de Bolivia: democracia y libertades o se impondrá la tiranía.