La primera dama de Argentina, Fabiola Yáñez, le pidió disculpas a la sociedad argentina ocho meses después del escándalo que protagonizó por haber festejado su cumpleaños con un grupo de amigos en la residencia oficial de Olivos, en un momento en el que las reuniones sociales estaban prohibidas por decreto de su esposo, el presdente Alberto Fernández, debido a la pandemia.
“Ésta es la primera oportunidad que se me presenta para hacerlo, debo transmitirle a todos los argentinos y argentinas mi sincero pedido de disculpas y, por supuesto, mi gran arrepentimiento, ahora sí en primera persona, por lo ocurrido“, dijo Yáñez en una entrevista que le dio a la revista Gente, y que es la primera que ofrece a un medio de comunicación desde que comenzó el Gobierno en diciembre de 2019. Además, está a punto de dar a luz al primer hijo que tendrá con el presidente.
Para justificar el silencio que mantuvo durante tanto tiempo en torno a la crisis política que provocó su fiesta clandestina, la primera dama explicó que se decidió que solo Fernández y su oficina de prensa darían explicaciones.
“De todas maneras, pedir disculpas, para mi persona, no era suficiente en ese momento, al contrario, me parecía muy poco”, dijo, por lo que decidió ponerse, “como cualquier ciudadana” a disposición de la Justicia desde el primer día.
“Me parecía que era lo que la gente merecía, y aceptar mi entera responsabilidad sobre los hechos. Hoy estoy a la espera de lo que la Justicia considere que sea el pago por aquel tremendo error que cometimos. Aunque ni siquiera haya sido previsto con antelación, ni organizado”, dijo.
La crisis
En agosto del año pasado, un tuitero opositor reveló que Yáñez había organizado una fiesta con varios amigos el día de su cumpleaños, el 14 de julio de 2020. La pandemia atravesaba su primera etapa y regían las restricciones más fuertes de circulación y sólo excepcionalmente se podía salir de las casas.
Sin embargo, los invitados de la primera dama sí pudieron salir y llegar a la residencia oficial por la noche, tal y como lo demostró el registro de ingresos.
Días más tarde, el escándalo fue imparable cuando comenzaron a circular fotos del festejo en el que se habían reunido 11 adultos, entre ellos el propio presidente, y un niño. Cenaban juntos, en un lugar cerrado, sin distancia social ni tapabocas. Es decir, todo lo que Fernández había prohibido por decreto y que incluso ameritaba sanciones.
La fiesta le generó al presidente una crisis interna y externa, ya que dentro de la alianza peronista con la que se postuló y ganó, el Frente de Todos, hubo reclamos. La oposición, por su parte, se hizo un festín. Y más allá de sus filias o fobias políticas, gran parte de la ciudadanía se sintió decepcionada.
Ante la contundencia de las fotos, Fernández no tuvo más remedio que reconocer que había violado las normas que él mismo había impuesto, aunque la primera vez que se refirió al tema y esbozó una disculpa, responsabilizó a su esposa.
“Mi querida Fabiola convocó a un brindis que no debió haberse hecho“, dijo, pero días después sí asumió que él era el principal responsable debido a su investidura. Desde entonces, ambos están imputados en una causa judicial que sigue adelante y que podría culminar con la imposición de una multa.
FUENTE: RT.COM