Maribel Ortega Ayarde
El mundo está en crisis. Los valores ético-morales van cada día en decadencia. Aunque esto no concierne a todos, sí afecta en casi todas partes del mundo. Por supuesto, todo va en correspondencia con las distintas culturas, países, personas.
Valores como la honestidad, responsabilidad, compromiso, identidad nacional, respeto y tolerancia, son atributos que muchas personas han dejado de lado, perturbando así a la sociedad.
Conductas antisociales y deshumanizadas se aprecian por doquier. Indisciplinas, insultos, robo, asesinato… Todo tiene que ver con los valores.
“Ya nada es como antes”, comentan algunos. “Ya no existe el amor”, agregan otros. En los ómnibus pocos le ceden el asiento a mujeres, ancianos y personas necesitadas.
La corrupción se hace patente en casi todas partes del mundo, pero, ¿qué hacer ante esta vorágine de pérdida de valores? ¿Cuál es la solución a tan grande conflicto?
La cuestión es un tanto compleja. La respuesta podría estar en los sistemas educativos, sin embargo, no siempre es la sociedad la encargada de formar o deformar a las personas.
Sin dudas, es la niñez la etapa donde se establece la mayor parte de los valores que más tarde se evidencian en el comportamiento de las personas. Por ello se debe hacer énfasis en la educación en el hogar.
Todo comienza en la casa. La familia es la principal fuente de valores. El ejemplo en la casa es el primero que van a seguir los niños.
El amor es un ingrediente clave para “cocinar” la conducta y la personalidad de las personas. Siempre sin excederse y darle así, como decimos los cubanos, “mucha ala” a los infantes, pues cuando cedemos en los límites, casi al seguro, conducimos a nuestros hijos al irrespeto y otros valores negativos.
En busca de los valores perdidos, podemos detenernos también en los sistemas educacionales, que aunque no son la base, desempeñan un papel fundamental en la formación de principios ético-morales.
Se hace indispensable que nuestros modelos educacionales estén enfocados en perfeccionar conductas y mejorar a los estudiantes, guiándolos a un comportamiento más apropiado en todas las esferas.
Sin dudas toda la sociedad está involucrada en la siembra de valores y todos, de una forma u otra, aportamos para que nuestro mundo esté repleto de personas que hacen la vida mejor.