La trama pendiente de un puente inconcluso

Tendríamos que preguntarnos si el hecho de que se diga que posiblemente el puente 4 de julio, el puente millonario, corre el riesgo de quedarse así tal cual está, a medias, sin acabarse, nos debe llamar la atención. Seguramente a muchos o a la mayoría sí, les llamará la atención, a otros en absoluto, porque lo relativo a esta obra desde su mismísima concepción, estuvo ligado a una serie de irregularidades que condicionaron su nacimiento, entorpecieron su ejecución, su desarrollo, y en este momento, su conclusión. Las irregularidades mencionadas, que rayan en la ilegalidad, significaron tropezones, barreras, durante el desarrollo que tomó encarar una obra de semejante envergadura, de 85 millones de bolivianos, suma que para la economía tarijeña significa mucho dinero, demasiados millones.

No queremos redundar en los antecedentes del proyecto y en cuánto se le dijo al alcalde de entonces, Rodrigo Paz, que un puente de estas características no era necesario y mucho menos prioritario, que se trataba de una inversión demasiado grande, que con esa cantidad de millones de bolivianos podían construirse tres o cuatro puentes, vinculando definitivamente la margen izquierda con la margen derecha del río Guadalquivir. Para que mencionar que también se le advirtió que la ubicación no era la adecuada, que debería estar mucho más arriba, a la altura de donde hoy se encuentra el Cine Center, por la avenida Integración, no solamente lo anticipamos desde los medios de comunicación, sino también hubo otras instancias colegiadas que trataron de que el ex burgomaestre entrara en razón y comprendiera que las objeciones no se debían a posiciones políticas o simples caprichos, sino más bien, a puntos de vista técnicos para desarrollar una obra que pueda ser por lo menos útil a la ciudadanía. A pesar de todo lo que se intentó, no se pudo… y ahí tenemos un proyecto mal concebido, mal nacido y que presenta tantas falencias que puede no concluirse.

La gestión del actual alcalde de la ciudad de Tarija, Jhonny Torres, en vez de sacarse de encima una responsabilidad tan grande, heredada de la anterior administración, sin cuidar detalles sobre todo de carácter técnico-legal, decidió seguir adelante con la ejecución, a pesar de que también se le advirtió que podían tener serias complicaciones a futuro si es que se seguían haciendo las cosas de la manera en la que se estaban haciendo. Como si el no escuchar también se heredara, no se quiso entender, al punto que el actual burgomaestre ahora está imputado en este caso.

Mucho más allá de quiénes están de alguna manera ligados al proyecto, lo que hoy preocupa es que esta monumental y millonaria obra se quede inconclusa, que decenas y decenas de millones de bolivianos no le sirvan absolutamente a nadie, no se trata de justificar la mala manera en que se administró y dispuso de nuestros recursos, los recursos del pueblo tarijeño, sino de intentar darle alguna funcionalidad y utilidad a este puente, por más caro que sea, por más mal ubicado que esté y con las falencias de diseño y de otros aspectos que pueda tener o que puedan surgir. El gran problema es quién se querrá hacer cargo de la responsabilidad de continuar su ejecución, ya lo dijimos, Jhonny Torres sin mucha previsión ni cálculo pretendió hacerlo y se encontró con un muro de problemas, que hoy por hoy le afectan seriamente. Basta decir que por insistir se lanzó la licitación para concluir la obra por más de Bs. 17 millones, proceso que finalmente fue declarado desierto o mejor, hicieron que se declare desierto. De ahí en más no se tiene nada, no se sabe nada, salvo que una auditoría tendrá que determinar qué es lo que se hizo, cómo se lo hizo y qué se debe hacer, sin que necesariamente signifique librarse de cualquier otra consecuencia futura que para algunos puede significar complicarse, no solamente en términos legales, sino también en lo político-electoral.