
Ya se aproxima la efemérides departamental y es preciso reflexionar sobre los festejos y cómo los realizamos. Cuando se organiza un desfile y se tiene una importante aglomeración de personas, al parecer la alcaldía pierde el control de lo que sucede, su personal es insuficiente o simplemente no se lo ve supervisando las diferentes actividades.Las áreas verdes padecen las más duras consecuencias ya que la gente pisa el césped y las plantas, dañan las rosas y los arreglos que tanto le cuestan a Ornato Público, no se toman previsiones cerrándolas o desmarcándolas para que no suceda lo mencionado. Una gran humareda es señal de que también se hace y vende comida, no hay control de la intendencia y no sabemos la calidad de lo que se ofrece. Por un lado chancho a la cruz, por otro chorizos, ambos de dudoso origen. Se contamina el ambiente con el humo, se ensucia las veredas con el carbón y la grasa, se da una pésima imagen de aldea grande, ya que no nos sorprende porque es tan común que lo asumimos sin novedad alguna. Así cómo se vende comida, también se comercializan cuadros, juguetes y otros productos.Y lo peor, no hay baños y cualquier árbol o recoveco sirve para descargar las muy humanas necesidades. Un desfile sirve para que el lugar donde se desarrolla, se convierta en una feria a cielo abierto, en una tierra de nadie y eso no puede seguro sucediendo. Eventos como estos no pueden ser la ventana para lucir nuestro desorden y malas costumbres .