Alta inversión destinada a los jóvenes como propuesta política para el 2025

Nuestra generación de jóvenes no solo es la más grande, sino también la más conectada de la historia. En todo el mundo, los jóvenes prácticamente doblan las conexiones a la red de la gran mayoría de la población. En los países desarrollados, el uso de Internet por parte de los jóvenes es casi universal, y en los países menos adelantados tienen tres veces más probabilidades de conectarse que la población general. Como son la generación más conectada de la historia, están en una posición única para movilizar su fuerza colectiva en favor de la consecución de los objetivos del desarrollo sostenible, el establecimiento del diálogo y la creación de alianzas entre todos los sectores de la vida social, desde la política hasta lo empresarial, el mundo académico y la sociedad civil. Al reunir a personas de diferentes orígenes, Internet y los medios sociales se están convirtiendo en instrumentos fundamentales gracias a las oportunidades que brindan en cuanto a conectividad y alcance. Dado que los jóvenes están a la vanguardia del uso de la tecnología, son la generación mejor dotada y es el mejor activo para promover desarrollo, y hacia ello debieran ir las inversiones públicas diseñadas para la oferta política rumbo al 2025. El objetivo es lograr la participación de los jóvenes tanto a nivel local o de comunidad como a nivel nacional. Implicar a los jóvenes en la política a nivel formal puede acabar con muchas discrepancias y anomalías que alejan a los ciudadanos de sus gobiernos -departamental y municipal- dependiendo de la aplicación de normas que tendrían que cumplir. Debe enterrarse la nefasta opinión que las nuevas generaciones tienen de sus gobiernos territoriales y lograr un interés y un compromiso real. Construir entonces, un futuro diferente para jóvenes y no repetir fracasos con esta generación. Debe pensarse en invertir en canales y mecanismos destinados a la población joven, rumbo al 2025.

Sin embargo, no debemos olvidar que la tecnología, aunque muy útil y, a menudo, fundamental, es solo una herramienta que mejora la iniciativa y el potencial de los jóvenes. Las realidades demográficas y de desarrollo convierten a los jóvenes en la generación de nuestro tiempo, una generación que tiene una energía inagotable, produce nuevas ideas y posee un refrescado optimismo. Hoy en día, los jóvenes están conformando el futuro económico y social de sus países, cambiando el mundo y trabajando arduamente para promover la ciudadanía mundial y sociedades más conectadas. Por esa razón, es crucial que su potencial no pase desapercibido para los políticos de hoy que van rumbo al 2025, porque las nuevas generaciones, vendrán en pos de ellos. No hay mejor negocio que invertir en las capacidades y el potencial de los jóvenes, y no hay mejor batalla que luchar por el país que queremos, de la mano de ellos. Además de ser una de las mayores ambiciones de la juventud, y tal vez debido a eso, el trabajo es también una fuerte preocupación. De acuerdo con datos de diversas investigaciones en general alrededor del 64% de los jóvenes se preocupan por su futuro profesional. Las incertidumbres en relación a la carrera y el miedo al desempleo son los problemas que quitan el sueño a los jóvenes. La construcción de un proyecto profesional y el momento de inserción en el mercado de trabajo se han constituido como un periodo de crisis de la trayectoria de vida. El ingreso al universo profesional es acompañado de tensiones, inquietudes y cuestionamientos. Hablando con un joven, comentaba qué, sus padres tenían dificultad para entender esa figura. Él se formó en una buena universidad y en la actualidad tenía dificultad para conseguir un buen empleo. Pasar un diplomado, un pos grado, ya no es suficiente, ahora se necesita una maestría o dos o un doctorado, estar corriendo actualizándose siempre y saber que, aun así, el mercado boliviano no ofrece mejores oportunidades para generaciones nuevas. Esta prueba, obliga a políticos en generar nuevos paradigmas, no recrear ideologías, sino escenarios de oportunidades con inversiones concurrentes dirigidas.

Las transformaciones sociales, políticas, normativas y tecnológicas de las últimas décadas alteraron profundamente la forma en que los seres humanos, las personas y los individuos se relacionan con el futuro, el trabajo y el tiempo. Las condiciones de construcción de un proyecto de vida personal/profesional se han modificado sustancialmente. En este contexto los jóvenes son los más afectados, por hallarse en un momento de tomar decisiones y hacer planes de vida. Aquí, la educación y el futuro profesional son los temas que a los jóvenes les gustaría debatir con sus padres, tutores, autoridades, y con los políticos. Aquí, debe verse un elemento que resalta: la dificultad que las generaciones anteriores tienen para comprender el contexto actual y hablar de un diseño de futuro. En este contexto, las incertidumbres en relación al futuro y las tensiones y dudas que definen el momento de inserción profesional se suman a un panorama socio económico y político que agudiza la insatisfacción y el sentimiento generalizado de desconfianza en la política y las instituciones públicas sujetas a política e ideología que no valora los méritos profesionales, sino de una militancia perversamente carnetizada. Entonces, reconstruir la institucionalidad y la meritocracia, es también la tarea política para el 2025.
Existe un descredito generalizado que pesa sobre los partidos políticos y sus dueños de siglas: no líderes. Los jóvenes no creen que los partidos sean la mejor forma de organización, esto revela la crisis de representatividad política, al mismo tiempo la baja participación revela desesperanza. Sin embargo, un alto porcentaje de los jóvenes considera que la juventud puede cambiar las cosas. La juventud parece apostar por acciones más directas y autónomas sin mediación como lo hicieron “Las Pititas”, es decir movilizaciones en las calles, las plataformas, organizaciones colectivas y la acción directa emergen como principales maneras de acción política en busca de cambiar determinadas situaciones. Los jóvenes reclaman y critican por las RR. SS., internet y otros medios digitales, pero esto no es suficiente. La juventud apuesta por las organizaciones colectivas: asambleas, foros, audiencias políticas, mítines en plazas, calles, parques, caminatas, como mejores espacios de actuación política. Esto muestra que los jóvenes no relacionan política representativa con participación política. Aunque no reconozcan partidos e instituciones como representantes de sus ansias, ellos hacen referencia a diversas formas de actuación política. Hay que escucharlos. Los políticos son de lo inmediato, los jóvenes son de lo futuro.
En este entendido ante los efectos del calentamiento global y la globalización, se requieren de innovaciones y oportunidades: economía circular, economía verde, economía naranja, huertos familiares en pequeña y mediana escala, técnicas de hidroponía, floricultura, industrias culturales creativas y de contenidos, cinematografía, crear fondos para financiar empresas sociales, creación de talleres de capacitación con visión empresarial de escala que muestren impactos positivos en el desarrollo de la mentalidad empresarial, así como cambios en las habilidades socioemocionales, las capacidades empresariales, la situación y el desempeño promoviendo el espíritu empresarial y, fundamentalmente, partir de entender que los cambios necesarios deben ser abordados con un cambio de mentalidad respecto a las relaciones sociales, con la naturaleza y el entorno, con una actitud holística, es decir: ecológica, que es donde radica la fortaleza necesaria para encarar la transformación que se busca en lo social, económico, jurídico, de derechos y políticos, definitivamente. Políticos, tienen tarea qué pensar y hacer en esta dirección, en tanto ya el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, Petteri Taalas, dio ayer -14.09.2023- una conferencia de prensa en Ginebra, pidiendo a la juventud a rebajar la “eco ansiedad”, o sea a quienes sienten “pánico” por los efectos de cambio climático y el calentamiento global y, más bien, concentrarse en las herramientas para mitigar estos males. Ya, los efectos devastadores de la pandemia han sido la pérdida de oportunidades de trabajo, educación y acceso a los servicios básicos, como los de salud sexual y reproductiva, lo que significa que los derechos y la libertad de decisión de muchos jóvenes han sido violados. Las niñas y las mujeres jóvenes han visibilizado aún más su situación de alta vulnerabilidad. Mientras el mundo busca reconstruirse mejor, debemos asegurarnos de que los jóvenes bolivianos, tengan acceso prioritario a la educación, herramientas y servicios necesarios que les permitan desarrollar su pleno potencial. Solo la crisis del agua, provoca la “ecoansiedad”, que debe disminuirse, con alternativas positivas.

Las instituciones de educación superior juegan un papel importante en esta transición, para implementar programas de estudios y formación multidisciplinares académicas, apoyando el espíritu emprendedor como una opción viable para los estudiantes, más allá de seguir estudiando grados superiores, de modo que los jóvenes estén tan preparados como sea posible para el cambiante mercado laboral. Aquí jugará un rol importante, la posición que asuma la clase política en esta dirección junto a los entes académicos y técnicos, incluso, escolar. No hace falta decir que los jóvenes también deben estar preparados para este cambio. El incremento en el nivel educativo y la competencia entre los jóvenes posiblemente provocará una cada vez más intensa competitividad, ya es un hecho que los jóvenes que más han avanzado su formación y destrezas pueden beneficiarse del cambiante mercado laboral, mientras que aquellos sin acceso a estas oportunidades se están quedando atrás. A medida que el mercado laboral siga transformándose, los jóvenes tendrán mayores oportunidades para trabajar de forma flexible, adquirir más capacidades y perseguir el empleo que deseen. Las organizaciones empresariales y los entes académicos puedan hacer más para apoyar a los jóvenes durante esta enorme transición post Covid, para garantizar un empleo decente para todos. Esta visión debe ser parte de la perspectiva política de quienes pronto -seguramente- presentarán sus programas de gobierno propuestas para el 2025. Esperemos…